Neil Young

Ecología y Rock and Roll incombustible

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Acostumbrada al ambiente de festival de Albacete en abril, llamaba la atención el inmenso recinto de la Caja Mágica, impoluto con su césped artificial y sus gentes arregladas, estábamos en el tercer día de la primera edición del Madcool.

Nuestra llegada al festival tenía un motivo con nombre y apellidos: Neil Young.

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Para contaros cómo acabamos allí, me vais a permitir un poco de spam. A parte de la música, otra de las cosas que considero claves en mi vida es el activismo. Pertenezco a una organización ecologista, ecofeminista y altermundista: ESPEM. Hace unas semanas en mi asociación recibíamos un mensaje que nos quitó a todos y todas el aliento: Neil Young nos invitaba a su concierto. Con motivo de su último disco, The Monsanto Years, y su última gira, el equipo de Neil Young se pone en contacto con asociaciones locales con fines ecologistas y les proporciona un espacio en sus conciertos: “The Neil’s Young Village”. Se trata de una serie de puestos como reivindicación ecologista, en la que pequeñas asociaciones locales como la nuestra pueden difundir su mensaje y mostrar su trabajo. Allí estuvimos, rodeadas de un equipo maravilloso que se preocupó de que todo fuera bien en todo momento, y de unas organizaciones fantásticas como Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción o Decrece Madrid, con los que tuvimos oportunidad de estrechar muchos lazos. Ni siquiera el hecho de que la organización del Madcool nos pusiese en uno de los lugares más inaccesibles del recinto pudo quitarnos la ilusión de que alguien tan grande como Neil Young nos permitiese colocarnos el cartel de staff al cuello y difundir todo lo que nos ha costado tanto crear.

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Tras unas cuantas horas de activismo nos tocaba el premio de disfrutar del espectáculo que el canadiense ofreció en el escenario principal del festival. Aunque recogimos todo lo rápido que pudimos, nos perdimos el empiece con After the Gold Rush y unas granjeras esparciendo semillas por el escenario, y llegamos a ritmo de Heart Gold, todavía sin creer lo que estábamos viviendo. El concierto prosiguió acústico con la banda The Promise of the Real, liderada por el hijo de Willie Nelson, y de pronto la Gibson Les Paul de Neil rugió en el escenario con Alabama. Vivimos un espectáculo mítico, en el que nos sentíamos cabalgando por aquel césped artificial, llevándonos lejos con solos deliciosamente eternos, canciones como Down by the River llegaron a durar más de 15 minutos. Un concierto continuo, sin apenas pausas, hasta que llegó Rockin’ in a Free World, que hizo rugir a un público de todas las edades. Cuando parecía que todo había terminado llegó un bis absolutamente inesperado, y la banda volvió y nos regaló, como broche final a una noche mágica, Love and Only Love.

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No sabría describir todas las emociones que sentí anoche en la caja mágica junto con mi compañera Manuela, a la que tanto quiero. Por un lado, vivir desde dentro un concierto, como staff, ver las tripas de un festival. Por otro, el hecho de alguien tan grande, tan leyenda como Neil Young se tome la molestia de difundir su mensaje, de no solo con el poder de la música gritar que tenemos que cambiarlo todo, si no de tener un equipo maravilloso que se molesta en buscarnos a nosotras, las pequeñas asociaciones ecologistas, y darnos un empujón en difundir nuestro mensaje. Anoche no solo me divertí, si no que tuve una oportunidad sencillamente única de casar dos de los grandes pilares de mi existencia de una forma maravillosa e inesperada.

Por eso solo quiero pediros que escuchéis el mensaje de The Monsanto Years, que no os perdáis la música de este icono incombustible, y que no dejéis nunca de luchar por lo que creéis.

Seguimos, gracias Neil.